Esta enfermedad hormonal es bastante frecuente en perros de entre 7 y 9 años, aparece con más frecuencia en hembras, y algunas razas tienen especial predisposición a sufrirla, como el Teckel, Caniche, Yorkshire Terrier, o Boston Terrier.
También conocido como hiperadrenocorticismo, este síndrome hace referencia al conjunto de síntomas secundarios a niveles crónicos y excesivos de glucocorticoides. Para entenderlo, es fundamental saber que se encuentra implicado el eje hipofisario hipotalámico adrenal, es decir, la hipófisis produce la hormona adrenocorticotropa (ACTH), la cual ordena a las glándulas suprarrenales o adrenales, situadas en la parte superior de los riñones, producir cortisol. El síndrome ocurre cuando un perro produce un exceso de ACTH, y como consecuencia deriva en un incremento en la producción de cortisol.
¿Cuál es su causa?
Existen diferentes tipos de Cushing según su causa: hipofisario, adrenal o iatrogénico. El hipofisario es el más común, y su causa suele ser un tumor en la hipófisis o en el hipotálamo. Este tumor genera una secreción de ACTH excesiva, que produce una hiperplasia de las cortezas adrenales y niveles elevados de cortisol.
En el tipo adrenal, suele haber tumores adrenales que liberan grandes cantidades de cortisol. En este caso, la secreción de cortisol no depende del eje hipofisario hipotalámico adrenal,
El tercer tipo es el iatrogénico, es decir, somos nosotros los que provocamos su aparición tras una administración de glucocorticoides excesiva y mantenida en el tiempo.
¿Qué síntomas nos hacen sospechar?
La sintomatología es progresiva, se va desarrollando lentamente, así que puede que tardemos en darnos cuenta de que a nuestro mejor amigo le pasa algo.
Es habitual la aparición de polidipsia y poliuria (el perro bebe y orina más de lo normal), aumenta el apetito, el abdomen aparece con mayor tamaño y abultado, hay debilidad muscular, letargia, y obesidad. A nivel dermatológico se observan zonas alopécicas y la piel se vuelve delgada y frágil, en la piel del abdomen aparecen comedones, hay tendencia a piodermas, e incluso puede aparecer hiperpigmentación y calcificaciones.
Otros síntomas que podemos encontrar tras la exploración física de un animal sospechoso de padecer Cushing son disnea, aumento del tamaño del hígado, atrofia muscular, y alteraciones reproductivas como atrofia testicular o ausencia de celos.
Diagnóstico y tratamiento.
Para el diagnóstico debemos prestar atención al historial del animal, su exploración física, y a los resultados de los diferentes análisis laboratoriales y pruebas complementarias, como radiografías o ecografías.
Si todo lo anterior nos hace sospechar de síndrome de Cushing, el test diagnóstico utilizado es de estimulación con ACTH, que mide el funcionamiento de las glándulas suprarrenales o adrenales en respuesta a la hormona ACTH. Deben tomarse muestras de sangre tras 12 horas de ayuno, y después de 2 horas tras la administración de la hormona adrenocorticotropa, para valorar en ambas los niveles de cortisol.
Una vez que tenemos el diagnóstico definitivo, el tratamiento se adaptará según el tipo de Cushing. Normalmente con medicación se suele controlar bastante bien la enfermedad y comienza a remitir la sintomatología. No obstante, debemos saber que pueden producirse complicaciones como diabetes mellitus, hipertensión, insuficiencia cardiaca, o sintomatología neurológica, de ahí que sea fundamental diagnosticar y tratar cuanto antes esta enfermedad.
¿Has conocido alguna vez algún perro con hiperadrenocorticismo? Seguro que a partir de ahora, prestarás más atención a sus síntomas, ¿verdad?
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