Existe otro proceso, la regurgitación, que también cursa con expulsión de contenido de la cavidad bucal del animal, pero es importante saber distinguirlo del vómito, ya que sus causas y tratamiento no son los mismos.
¿Sabías que existían estos dos procesos diferentes? Sea como sea, seguro que te interesa aprender un poco más, ¿verdad?
El vómito.
Este es un proceso activo, que se acompaña de las contracciones de la pared abdominal, arcadas, náuseas, y otros eventos como exceso de salivación, lamido de los labios y babeo. Esta expulsión enérgica del contenido estomacal y abdominal superior, puede contener bilis amarilla o alimento parcialmente digerido, suele tener un olor agrio, e implica movimientos respiratorios.
El origen del vómito está en el estómago, y en ocasiones en la primera parte del intestino delgado (duodeno), y tendrá un pH ácido.
La apariencia y contenido del vómito no siempre es igual, de tal manera que podemos encontrar bilis, sangre fresca, sangre digerida, alimento, espuma, o incluso vómitos fecaloides. Las causas son variables: enteropatías inflamatorias, pancreatitis, cuerpos extraños en el digestivo, fármacos, obstrucción en algún tramo, etc. Incluso algunos vómitos tienen causa extradigestiva, como una insuficiencia renal, así que es importante valorar siempre al animal de manera global.
La regurgitación.
Es un proceso retrógrado pasivo, en el que se expulsa alimento sin digerir mezclado con saliva. No se producen contracciones abdominales, ni arcadas ni náuseas, no hay jugo gástrico ni bilis, y el pH del contenido expulsado es alcalino. Se origina en el esófago o la laringe, y en ocasiones tendrá forma tubular.
Si un perro regurgita, lo más común es que simplemente veamos que abre la boca y expulsa un poco de la comida sin digerir que acaba de tragar o del agua que acaba de beber. Por lo general, el contenido regurgitado es una mezcla de alimento, saliva y, en ocasiones moco, y para diferenciarlo del vómito debemos recordar que nunca contendrá bilis.
La causa suele ser una enfermedad del esófago, ya sea por esofagitis (inflamación), una obstrucción (por cuerpo extraño o menos común, una masa o tumor), o una dilatación esofágica, la cual supone un aumento del calibre del esófago y alteraciones del tono y/o peristaltismo. De este último caso seguramente te suene el megaesófago, el cual puede tener diferentes causas a su vez. También puede ser causada por alteraciones orofaringeas como pueden ser lesiones neurológicas, paladar hendido, cuerpos extraños…
Una tercera posibilidad: la expectoración.
Otro hecho que debemos distinguir es la expectoración. En este caso, siempre va a estar relacionada con la tos: el animal tose una o varias veces, y seguidamente produce una masa mucosa que expulsa al exterior.
Como ves, no todo el contenido que nuestro perro o gato puede expulsar por la boca es lo que llamamos vómito. Por eso, como responsables de nuestros animales debemos conocer estas diferencias, de tal manera que podamos describirlo con más precisión al veterinario, incluso podemos grabar estos episodios en casa y mostrarlos en la consulta.
Para un correcto diagnóstico, será necesaria una buena anamnesis, exploración del animal, analíticas, estudio radiológico, ecografía, endoscopia, y más pruebas que el equipo veterinario pueda considerar necesarias.
Tras leer este artículo, ¿crees que ya serías capaz de diferenciar estos procesos por ti mismo? ¡Seguro que sí!
aquielvideo