Eso sí, antes de hacer una escapada con nuestros compañeros de vida son varias las situaciones que debemos tener en cuenta. ¡Toma nota!
El viaje que tengo pensado, ¿realmente lo va a disfrutar mi animal?
No todos los viajes son iguales, y en algunos casos lo mejor para nuestros animales es que no vengan con nosotros. Las visitas a otros países, los fines de semana que aprovechamos para hacer deportes de riesgo, etc, no son los más indicados para que nuestros perros disfruten, así que lo mejor que podemos hacer por ellos es dejarles en casa al cuidado de alguna persona de nuestra confianza, o en una guardería de perros.
Cualquier experiencia siempre debe ser positiva, y si por cuestiones de salud, personalidad del animal, tipología de actividades, horas de viaje, u otras cuestiones nuestro perro, gato o cualquier animal no va a disfrutarlo, ¿para qué forzar la situación? ¡Ante todo el bienestar de nuestros compañeros de vida!
Realizar un chequeo veterinario previo al viaje.
Nadie conoce mejor a nuestros animales que nosotros mismos, normalmente nos damos cuenta si no se encuentran bien rápidamente, pero a veces se nos puede pasar desapercibido algún pequeño síntoma. Antes de irnos de vacaciones lo mejor sería llevar a nuestro compañero al veterinario para una revisión general, incluso podemos coger la costumbre de aprovechar esta visita pre-vacacional para realizarle una analítica de sangre anual que nos aporte una idea de su estado de salud general.
Además, es un buen momento para poner al día la vacunación y la desparasitación, y más aún si nuestro destino es la playa, la montaña, alguna zona rural, etc… En esta época los parásitos se encuentran en su etapa de mayor esplendor, así que es fundamental una buena protección frente a ellos. Y por supuesto, comprueba que el microchip de tu mejor amigo sigue activo, y si no lo tiene, ¡dile a tu veterinario que se lo ponga! Es la garantía de que si le pierdes de vista, quien lo encuentre podrá ponerse en contacto contigo y os reencontraréis para continuar con las vacaciones como si nada hubiera pasado.
Asegurarnos de reservar un alojamiento en el que admitan perros de las características del nuestro.
Esto por supuesto es básico, no podemos viajar con nuestros perros sin asegurarnos de que en nuestro destino podremos alojarnos con ellos. Cada vez hay más hoteles, hostales, apartamentos, etc “dog friendly” y es más fácil encontrar un buen lugar en el que pasar nuestros días de desconexión.
Para que no haya imprevistos al llegar, lo mejor es especificar antes de la reserva cuántos perros tenemos, de qué tamaño, qué raza, qué carácter, etc, ya que no todos los sitios que permiten animales, dejan alojarse a cualquier animal. Algunos son más restrictivos y establecen límites en cuanto al peso, número de animales, o raza. Sobre todo si tu perro es de alguna de las razas consideradas como PPP (Perro Potencialmente Peligroso) tendrás que cerciorarte aún más de que esto no sea un inconveniente, ya que sigue habiendo discriminación y prejuicio sobre estos perros y no son bienvenidos en todos los lugares.
Sea cual sea el medio de transporte, la seguridad y bienestar durante el trayecto es fundamental.
Viajemos en tren, coche, avión, barco, etc siempre debemos asegurarnos de que nuestros animales viajen seguros y en unas condiciones que aseguren su bienestar.
En cualquier transporte público siempre hay una normativa que debemos cumplir: tipo de transportín, uso de bozal, tamaño del perro, etc y tendremos que valorar cuál es el más indicado para nuestro caso, incluso puede que nada se adapte a nuestro perro y nosotros, y lo mejor sea viajar sin él.
Si utilizamos nuestro coche para desplazarnos, existen barreras especiales de protección, cinturones de seguridad y más accesorios que nos resultarán de gran ayuda para viajar de manera segura.
Antes de emprender el camino, es recomendable que nuestro perro haya salido un ratito de paseo para hacer sus necesidades y que vaya más relajado. Algunos perros se estresan mucho en el viaje, por lo que podemos utilizar algún calmante que les ayude a viajar sin tanto estrés, siempre consultándolo con el veterinario, por supuesto. Y si nuestro compañero es de los que se marean y vomitan, mejor guardar unas horas de ayuno, y posponer la comida a la llegada al alojamiento.
Planificar las actividades pensando en nuestro compañero.
Las vacaciones son para todos, así que si nuestro mejor amigo se viene con nosotros es para que nos acompañe allá donde vayamos, y disfrute de nuevos entornos. Debemos organizar con antelación los planes y actividades a realizar, y si nuestro perro está incluido en ellos, ¡perfecto! Si no, mejor que se quede en casa como comentábamos con anterioridad, porque dejarle solito en la habitación de un hotel, en un entorno que no conoce, y sin nuestra compañía, no es para nada el ideal de unas vacaciones.
Informarnos previamente de las facilidades en cuanto a la vida con animales que otorga el lugar es básico: si hay algún parque donde pueda disfrutar de un rato de ocio, si hay pipicanes, si hay playas para perros cerca, si hay restaurantes “dog friendly”, etc. Esto nos ayudará a aprovechar mejor el tiempo, sin tener que estar investigando dónde podemos ir o qué podemos hacer en cada momento, si ya sabemos el abanico de posibilidades con anterioridad, solo nos queda disfrutar de cada momento al máximo.
Por si acaso… Mejor tener a mano un botiquín básico y conocer las clínicas veterinarias cercanas.
Seguro que cuando sales de casa llevas un pequeño kit de emergencia en la maleta (algo para el dolor, tiritas, etc), pues en el caso de nuestros animales, también deberíamos llevar un botiquín pensando en sus necesidades. Algunas de las cosas básicas son la cartilla veterinaria, un termómetro, material para curas (clorhexidina, gasas, pinzas, tijeras, suero fisiológico, vendas, etc), antiinflamatorios o antipiréticos (pero siempre habiendo hablado previamente con nuestro veterinario para que nos indique cómo y cuándo utilizarlos y a qué dosis), pipetas antiparasitarias, pinzas para quitar garrapatas, cortauñas, jeringas, protector solar, protector para las almohadillas, y si nuestro perro necesita medicación específica para alguna patología es de vital importancia que no se nos olvide.
Además, es de gran utilidad que antes de viajar nos interesemos por buscar clínicas veterinarias y hospitales 24 horas cercanos a nuestro alojamiento, para así en caso de emergencia, saber a dónde ir de manera rápida.
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Si nuestro animal no se viene, ¿qué hacemos?
Si analizando el tipo de viaje y las actividades vemos que no hay posibilidad de que nuestro peque vaya a disfrutar, la alternativa de que se quede en casa es la opción más indicada; con un amigo, en una guardería de casa, en residencia canina, etc.
Los perros suelen adaptarse mejor a los cambios, pero en el caso de los gatos, salir de su entorno, estar en un transportín encerrados horas, el viaje y tener que descubrir un nuevo lugar es una situación de muchísimo estrés que es mejor evitar para ellos.
Es raro encontrar un gato que lleve bien los cambios de entorno, así que siempre que sea posible, dejarle en casa bajo el cuidado de una persona de confianza es lo mejor.
Ante todo está el bienestar del animal, y si algo supone más perjuicio que beneficio, aunque sea irnos de vacaciones con ellos con toda la buena intención, debemos pararnos a pensar si de verdad es lo que nuestros peques necesitan.
Si tienes la suerte de poder pasar unos días vacacionales lejos de la ciudad y la rutina junto a tu compañero de vida, ¡aprovéchalo! pero ten siempre en cuenta estas consideraciones para que la estancia sea igual de beneficiosa para ti que para tu mejor amigo.