Es la enfermedad hepática más frecuente en gatos, y afecta en la mayoría de los casos a gatos adultos con sobrepeso, que por cualquier motivo disminuyen su ingesta de alimento diario y entran en anorexia. Que un gato no coma, es siempre una señal de que algo no va bien, y no podemos dejar que esa anorexia se mantenga en el tiempo, ya que en el organismo del animal se producirán cambios que pueden poner en riesgo su vida.
Si quieres saber en qué consiste esta patología, ¡sigue leyendo!
¿Qué ocurre en el hígado cuando hay lipidosis?
La lipidosis hepática se produce por la acumulación de grandes cantidades de grasa en el hígado, de modo que este órgano no funciona correctamente. Cuando un gato deja de comer, su cuerpo comienza a movilizar su tejido adiposo, y los ácidos grasos irán al hígado. En el caso de animales obesos, los ácidos grasos llegan en tal cantidad que el hígado es incapaz de metabolizarlos correctamente y se acumulan como triglicéridos, dando lugar a un órgano no funcional.
La lipidosis puede ser primaria, conocida como lipidosis hepática idiopática felina, o secundaria a enfermedades como diabetes mellitus, pancreatitis, enfermedad inflamatoria intestinal, colangiohepatitis, neoplasia o enfermedad renal. En el caso de las secundarias, es fundamental tratar la enfermedad de base.
Existen factores de riesgo para el desarrollo de esta patología:
Como hemos comentado, la obesidad es uno de ellos. Normalmente, el hígado es capaz de captar los ácidos grasos libres y transformarlos a triglicéridos en el momento en que la cantidad de ácidos grasos excede a las necesidades energéticas del animal. Para ello, interviene la insulina y frena la lipólisis, pero en un animal obeso, esta habilidad de la insulina puede estar alterada de tal manera que la movilización de ácidos grasos continúa, aumentando el riesgo de desarrollar lipidosis. Esto no quiere decir que solo los gatos con sobrepeso la desarrollen, pero sí que ante la anorexia, tienen más probabilidades de padecerla.
Otro factor de riesgo tiene que ver con la dieta, si existe un consumo excesivo de dietas ricas en grasas o carbohidratos.
El estrés es un factor desencadenante muy importante, y a tener en cuenta. En este caso, los cambios metabólicos que se producen en el mantenimiento del estrés crónico, producen un descenso de los niveles de glucosa, disminución de la secreción de insulina y un aumento en la producción de glucagón, lo que induce la lipólisis y la liberación de ácidos grasos libres en el torrente sanguíneo que llegarán al hígado y serán almacenados.
Por último, debemos tener en cuenta la hiporexia o anorexia. En los gatos es habitual que ante la enfermedad o el estrés, se produzca una reducción de la ingesta de alimento (hiporexia) o la ausencia total de ingesta (anorexia). Cuando la anorexia se prolonga varios días, se produce movilización de ácidos grasos del cuerpo, que irán al hígado para su transformación en energía.
¿Qué signos clínicos podemos apreciar en estos gatos?
Los más frecuentes son anorexia, adelgazamiento, pérdida de masa muscular, vómitos, deshidratación, ictericia, incluso en algunos casos podemos ver signos neurológicos relacionados con la acumulación en el organismo de sustancias tóxicas, debido al daño hepático, lo que se conoce como encefalopatía hepática.
Diagnóstico y tratamiento
Los signos clínicos orientan bastante, pero debemos apoyarnos en otras pruebas como analítica sanguínea, ecografía abdominal, radiografía, incluso en ciertos casos de pruebas un poco más invasivas como la aspiración con aguja fina del hígado o la biopsia, con el fin de buscar posibles enfermedades hepáticas subyacentes.
En cuanto al tratamiento, son animales que requieren prácticamente siempre atención hospitalaria. Normalmente necesitan en primer lugar una estabilización mediante fluidoterapia, y si conocemos la enfermedad primaria, hay que tratarla. Por otro lado, es esencial que el animal coma lo antes posible, teniendo que recurrir a la alimentación mediante tubo de esofagostomía, administrando una dieta rica en proteínas de alta digestibilidad e hipercalórica, para cubrir las necesidades energéticas del gato. La recuperación es lenta, pero si se trata a tiempo, los gatos normalmente se recuperan sin ninguna secuela para su organismo.
¿Qué podemos hacer para prevenir la lipidosis?
Dado que es una enfermedad que en muchas ocasiones desemboca en el fallecimiento del animal, es importante que tengamos en cuenta algunos aspectos para su prevención. En primer lugar, debemos evitar la obesidad, proporcionando a nuestro amigo gatuno un alimento de calidad y adaptado a sus necesidades. Por otro lado, si nuestro gato ya tiene sobrepeso, debemos instaurar una pauta de pérdida de peso lenta, con asesoría de nuestro veterinario. Por último, debemos vigilar siempre que nuestros gatos coman, especialmente en casos de enfermedad, convalecencia o momentos de estrés.
¿Conocías esta patología? Es bastante grave, así que ¡debemos tenerla siempre en cuenta y evitarla para que nuestros gatos no enfermen!
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