La sarna es una enfermedad parasitaria, y dentro de ella, son varios los agentes que pueden causarla, y así nuestros perros pueden padecer diferentes tipos. Sobre una de ellas, la sarna demodécica, ya os hablamos en otra entrada anterior del blog, pero en esta ocasión queremos contaros un poquito más sobre la sarna sarcóptica, y es que, esta variedad es una zoonosis, por lo que las personas debemos tener cuidado para no contagiarnos, en el caso de que tengamos contacto con animales afectados.
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El agente causal: Conoce a Sarcoptes scabiei
El ácaro que causa la sarna sarcóptica se llama Sarcoptes scabiei, mide entre 200 y 400 micras, siendo las hembras de mayor tamaño que los machos. Al ser tan pequeños, no podemos verlos a simple vista, y es necesario el microscopio para visualizar a los individuos de esta especie.
Cuando el ácaro es adulto, se alimenta de los detritus epiteliales formando pequeñas excavaciones en la piel. Una vez se produce el apareamiento, las hembras excavan galerías un poco más profundas en la epidermis, donde depositan los huevos, que pueden permanecer varios meses. Cuando los huevos eclosionan, las larvas se dirigen a la superficie epidérmica para realizar la muda. El ciclo biológico completo se desarrolla en unos 12-15 días.
¿Cómo se transmite?
La transmisión a través de animales infestados, se produce normalmente por contacto directo, por la transferencia de larvas que están en la superficie de la piel.
El parásito puede sobrevivir unos días en el ambiente, por lo que también es posible la transmisión indirecta, a través de camas contaminadas, o utensilios de higiene como cepillos.
¿Es posible la transmisión a personas?
Como comentábamos al principio, la sarna sarcóptica se considera zoonosis, ya que este ácaro puede producir lesiones cutáneas en las personas, tras el contacto con un animal infestado.
Aunque es transmisible a las personas, el parásito no tiene la capacidad de realizar excavaciones en la piel humana, por lo que en el humano, no hay posibilidad de que el ciclo se perpetúe, así que es un cuadro pruriginoso, con algunas lesiones, pero de corta duración.
Signos clínicos
Sin duda, el signo clínico más característico es el picor, tan intenso que el perro se rasca muy fuerte, se muerde, se lame, llegando a autolesionarse, y que además, le genera una pérdida de bienestar durante su día a día.
Las lesiones iniciales son eritematosas y papulares, seguidas de la formación de alopecias y costras. Debido al insistente rascado por parte del animal, las lesiones pueden complicarse y desarrollar heridas e infecciones secundarias, que requieren de tratamiento. Las localizaciones más habituales de las lesiones son las zonas de menor densidad de pelo, como las orejas, la trufa, los codos, los tarsos, las ingles o la región del esternón, aunque en infestaciones graves, puede generalizarse por todo el cuerpo. Es importante diagnosticar y tratar lo antes posible, para evitar cuadros clínicos más severos.
¿Cómo se diagnostica?
Para el diagnóstico, se necesita la visualización de los ácaros, lo que implica realizar un raspado de la piel, en diferentes puntos del cuerpo, y la observación de la muestra en el microscopio. Las zonas habituales para el raspado son las orejas, codos y tarsos, o lesiones papulares recientes, al ser localizaciones donde hay mayor posibilidad de localizar a los ácaros. No obstante, debemos tener en cuenta que pese a existir una infestación por Sarcoptes, solo alrededor del 20% de los raspados resultan positivos, por lo que un resultado negativo, no elimina la posibilidad de que el perro esté padeciendo esta infestación parasitaria.
También existen pruebas serológicas comerciales que pueden ayudar en el diagnóstico, aunque su resultado puede variar dependiendo de cuántas semanas hayan transcurrido desde el contagio.
¿De qué manera se puede tratar?
Hasta hace unos años, el tratamiento de la sarna se realizaba con inyecciones de ivermectina, destinada a animales de ganadería, por lo que era un tratamiento que no era el ideal para los perros.
Por suerte, hoy en día contamos con otras opciones mucho más sencillas, cómodas y efectivas, como las pipetas antiparasitarias externas, que contengan selamectina, o moxidectina en combinación con imidacloprid, las cuales habrá que aplicar cada 3 o 4 semanas, en 3 ocasiones, o comprimidos orales con acción antiparasitaria externa.
Por otro lado, dependiendo de la gravedad de las lesiones, será necesaria la administración de antibióticos para la piel, o baños antisépticos. Como siempre, será el veterinario quien nos indique cuál es el mejor tratamiento para nuestro amigo perruno, así que ¡siempre acude a la clínica y sigue sus indicaciones!
¿Has conocido algún perro con sarna? Si eres auxiliar veterinario, ¿has visto algún caso de esta enfermedad durante tu formación, o día a día en el trabajo? ¡Cuéntanos!