Pero para que esas buenas sensaciones perduren y sea una época feliz para todos, debemos tener muy en cuenta que hay algunos regalos que no debemos hacer en estas fechas, ¡ni nunca!
¿Qué amante de los animales en su más tierna infancia no ha querido que le regalen un perro?
Cuando somos niños, no somos conscientes de la responsabilidad que conlleva cuidar de un animal, y pedir por Navidad un perrito, un gatito o cualquier otro animal, es un clásico que se repite año tras año. ¿Quién no recuerda esa imagen de la película “La Dama y el Vagabundo” en la que Reina, una cachorrita adorable de Cocker Spaniel Inglés, sale de una caja con un lindo lazo rojo, a los pies del árbol de Navidad?
Escenas como esta, no solo son parte de las películas, año tras año se repiten en millones de hogares en todo el mundo, con la diferencia de que en vez de ser ciencia ficción, los animales que se regalan son seres vivos, y desde ese momento somos responsables de sus vidas.
Un animal nunca debería ser un regalo.
Los animales tienen vida propia, necesidades, sentimientos,… no son un juguete que si regalamos y no gusta, tiene ticket de devolución para cambiarlo por otra cosa. Los animales no son objetos inanimados y, por lo tanto, tampoco deberían ser regalos.
Regalar un ser vivo nunca es una buena opción, quien lo recibe tiene que estar de acuerdo con adquirir esa responsabilidad, tiene que saber que es un “regalo” para toda la vida, que si “se rompe”, no basta con desecharlo y reemplazarlo por un modelo nuevo, como haría con una muñeca o una pelota. Si un animal está enfermo, es necesario que visite al veterinario, si tiene ganas de orinar, hay que sacarlo a pasear, si nos vamos de vacaciones, se tiene que venir con nosotros, etc. Desde el momento en el que pasa a formar parte de nuestra familia, el animal tendrá que ser uno más, en todos y cada uno de los momentos y etapas de nuestra vida, pase lo que pase.
Si quieres ampliar la familia por Navidad, que sea de manera responsable.
Si estamos decididos a abrir las puertas de nuestro hogar a un animal esta Navidad, podemos hacerlo, ¡claro! pero siempre y cuando sea una decisión meditada, sopesada, y ante la que todos los integrantes del núcleo familiar estemos de acuerdo.
Si nuestro hijo desea tener un perro, pero sabemos que no podemos permitirnos su cuidado, somos nosotros los adultos los que debemos hacerle entender que no es el momento adecuado. Si por el contrario, a los adultos nos parece una buena idea, y estamos preparados para la llegada de otro peque más, ¡adelante!, pero siempre teniendo claro que los responsables de su cuidado y manutención seremos nosotros, y que debemos dar ejemplo de responsabilidad y respeto hacia los animales a nuestros hijos.
Evita la compra, ¡adopta!
Por todos es conocido el terrible problema de abandono y saturación de protectoras y perreras que sufre España. Comprar un animal supone seguir fomentando su cría indiscriminada, explotación y venta sin control, elevando cada vez más la tasa de abandono y maltrato animal. Sabemos que no se puede generalizar y que no por comprar un animal en vez de adoptarlo, en algún momento será maltratado ni abandonado, que quien quiere a los animales, les quiere igual vengan de donde vengan. Pero no debemos seguir contribuyendo a un negocio tan doloroso como el del tráfico de animales, existiendo miles y miles de refugios, albergues, perreras, protectoras, etc, que necesitan que sus animales rescatados encuentren hogar para poder seguir salvando a otros. La compra es una opción que no deberíamos ni barajar.
Acudir toda la familia al refugio que elijamos, informarnos sobre las condiciones de adopción, y dejar que uno de sus animales enamore a todos los miembros de la familia por igual, es una sensación maravillosa.
Así toda la familia será partícipe de la llegada del nuevo miembro, todos estarán de acuerdo, y será una verdadera buena obra navideña cambiar la vida de ese animal por otra infinitamente mejor a nuestro lado.
Y si no es el momento de adoptar, ayuda a los animales abandonados mediante el apadrinamiento.
Siempre hay una manera de ayudar, quizás por ahora no pueda ser dar cobijo a un animal necesitado, pero quizás sí podamos apadrinarle donando una pequeña cantidad de dinero mensualmente a la protectora, comprando algún saquito de pienso, una cama, paseándole los domingos por la mañana,… Apadrinar a un animal necesitado no es solo una de las maneras de contribuir a su mantenimiento, también es la forma en que los niños pueden aprender a interactuar con los animales, a ser conscientes de que sienten, de que tienen necesidades, y de prepararles para en un futuro ser unos perfectos compañeros de vida para sus animales.
No lo olvides, los animales no son juguetes… Adopta siempre, y hazlo con responsabilidad.
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