Cuando tenemos un gatito bebé, es muy divertido jugar con él, y hay muchas personas que juegan con sus manos o pies, provocándole y fomentando que nuestro cuerpo se convierta en una presa a la que cazar. Los dientes de bebé no hacen daño, pero cuando el gato crece, la mordida es más fuerte, y es ahí cuando produce rechazo. En ese momento es cuando lo que nos hacía gracia de pequeño, se convierte en un problema, y por desgracia, es una causa de abandono de gatos bastante común.
¿Cómo prevenirlo?
Como cualquier cachorro, para un gatito crecer junto a su madre y sus hermanos es fundamental. El aprendizaje se forja en las primeras semanas, y lo que aprendan, o no, durante esta etapa les marcará para el resto de su vida.
El gato es un animal depredador, y desde pequeño aprende los comportamientos típicos de un cazador: explorar el entorno, hacer emboscadas, saltar y atacar con uñas y dientes. Estos comportamientos los practican entre hermanos, de tal manera que si al morder hacen daño a otro hermano, este se quejará y huirá, acabándose la diversión. Así, aprenden a tener autocontrol y a regular la intensidad de su mordida, cosa muy difícil de aprender cuando crecen solos. Por ello, no hay que adoptar gatitos con edad inferior a dos meses, salvo que nos los encontremos solos, ya que privarles de las enseñanzas básicas que les ofrece su madre y hermanos puede ser muy perjudicial para su bienestar. Si no queda más remedio de que pase su etapa de aprendizaje con nosotros, tendremos que ser responsables y enseñarle a ser un gato equilibrado.
Cuando el gato es adulto.
Una vez el gato es adulto y ha aprendido a que nuestras manos o pies son su presa, es muy difícil hacerle ver que eso no está bien. Son gatos que carecen totalmente de autocontrol, muerden muy fuerte, se abalanzan sobre nosotros en cualquier momento y nos muerden, su comunicación corporal suele tender a la agresividad y son incapaces de controlarse durante el juego.
Pese a que, volvemos a decir, estos comportamientos son ocasionados por las personas, rara vez estas son conscientes de que son ellas mismas el origen del problema, tachan a su gato de agresivo, y deciden contactar con una protectora o, en muchos casos, le abandonan en la calle a su suerte, sin ni siquiera hacer el esfuerzo de buscar una solución e implicarse en ayudar a su gato.
¿Qué podemos hacer cuando el gato ya tiene este problema?
Es difícil y requiere de nuestra implicación y responsabilidad, pero no es imposible llegar a eliminar, o al menos reducir esta conducta. Tanto para gatos que ya manifiestan la falta de control en la mordida, como para gatitos pequeños que viven con nosotros y no tienen a sus hermanos para enseñarles, podemos seguir estas pautas:
Nunca, jamás, debemos jugar con el gato con nuestras manos ni pies.
Siempre que queramos jugar, debemos provocar al gato a jugar con juguetes, utilizando mejor los de cuerda larga o caña de pescar, para que así nuestras manos se encuentren alejadas del juguete.
Si nos muerde, debemos dejar la mano quieta y chillar como haría otro gato, demostrándole que nos está haciendo daño. El chillido debe ser como el de un gatito pequeño, es decir, muy agudo. Los hermanos gatitos se comunican así en el juego: uno muerde, el otro chilla, así el que muerde deja de morder. Una vez nos suelte, retiramos la mano de manera tranquila y le ofrecemos el juguete, para así desviar la atención y seguir el juego, pero de forma correcta.
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Si nuestro gato no quiere que le toquemos, debemos respetar su espacio vital y no forzarle a ser acariciado o cogerle. Cuando quiera, ya nos lo hará saber.
Nunca hay que castigar a nuestro gato.
Por supuesto, si nuestro gato tiene este problema tendremos que buscar asesoramiento profesional de un etólogo o terapeuta felino, pero nunca debemos pegar a nuestro gato como castigo por mordernos. El gato ante una agresión puede utilizar la agresividad, agravando muchísimo el problema, y nuestro vínculo con él se fracturará para siempre.
Volvemos a recordar, por favor, no uses tu cuerpo para jugar con tu gatito, piensa en su bienestar emocional y en la relación que quieres tener con él. ¡Cuida a tu mejor amigo!