Los gatos son muy sensibles a los cambios, y salir de su lugar habitual es muy estresante para ellos. Aún así, no todos reaccionan igual, hay gatos que lo llevan bastante bien, otros regular, bastantes lo pasan mal, y para algunos es una verdadera “tortura”.
Aunque nuestro gato esté sano, sabemos que la visita al veterinario tarde o temprano será obligada, así que debemos haber trabajado este momento en la medida de lo posible para que no sea un momento tenso y así el estrés que sufra nuestro gato sea el mínimo posible.
¿Quieres conocer algunos consejos? ¡Te los contamos!
La habituación al transportín es clave.
El transportín es el medio de transporte ideal para los gatos, pero es un habitáculo pequeño, oscuro, y ¡encima solo aparece para ir al veterinario! Demasiadas connotaciones negativas, ¿no crees?
El transportín no debe ser solo ese objeto que sacamos del armario en momentos que nuestro gato relaciona con algo negativo, si no que debemos convertirlo en un sitio seguro para nuestro mejor amigo. Aunque no sea la pieza de decoración más bonita en nuestros hogares, es recomendable que esté siempre a la vista, que el gato pueda olerlo, verlo, usarlo para dormir siempre que quiera, impregnar su olor, incluso al principio podemos tentar a que se acerque poniendo su comida favorita o sus juguetes cerca o dentro. También podemos utilizar sprays de feromonas felinas para rociar el transportín, estas sustancias son calmantes para ellos, tu veterinario seguro que podrá darte toda la información que necesites sobre ellas.
Importante también es que el transportín sea seguro y práctico. Lo mejor es que sea rígido y que pueda desmontarse fácilmente la cubierta superior y la puerta, además de que tenga el tamaño adecuado al de nuestro gato.
El momento de entrar al transportín y el camino hasta la clínica.
Si con la habituación conseguimos que nuestro gato entre solo en el transportín, mucho mejor, si no, no quedará más remedio que intervenir nosotros, eso sí, debemos evitar que sea algo forzado y brusco. Podemos introducirle entrando primero la zona posterior del cuerpo en vez de la cabeza, para que no se sienta tan forzado al ir de frente, incluso podemos utilizar el transportin desmontado y ser nosotros quienes coloquemos al gato en la base, y después montemos la puerta y la cubierta superior. Para los gatos es fundamental reconocer su olor, así que estar acompañado de su manta o su peluche favorito le ayudará a ir más relajado.
Una vez el gato esté dentro del transportín y lo hayamos cerrado bien, lo cubriremos completamente con una manta para que así esté más tranquilo con la oscuridad y no pueda ver el exterior. Si vamos a pie debemos evitar zarandear el transportín, cuanto menos se mueva, mejor. En coche por supuesto debemos colocarlo también de tal manera que no se mueva, y asegurarlo con el cinturón de seguridad si va en el asiento.
Hacer de la espera en la clínica un momento tranquilo.
Más o menos, pero siempre se pasa un ratito en la sala de espera antes de entrar en la consulta. Durante estos minutos previos a la exploración por parte del veterinario, que el gato esté tranquilo es importante. En algunas clínicas hay una zona dedicada a dejar los transportines para que estén en alto y seguros, si no es tu caso, mantén el transportín cogido y tapado, y si estás sentado sitúalo sobre tus piernas, colocando la puerta junto a ti, para que quede de espaldas al resto de la sala.
Si hay más animales esperando, sobre todo perros, evita que se acerquen a olerle, lo normal es que el gato se ponga tenso y se asuste, y por supuesto, nunca abras el transportín mientras estáis esperando.
En la consulta, sigue las instrucciones del veterinario.
Una vez dentro de la consulta, debemos esperar a que el veterinario nos diga que podemos abrir el transportín. Hay gatos curiosos que saldrán sin problema, pero otros no. Por ello, es mejor un transportín desmontable, ya que no hará falta obligar al gato a salir de él (con el estrés que eso supone), si no que simplemente retirando la cubierta superior, el veterinario podrá ver al gato y explorarle.
Si hay más de un gato en casa, cuidado en la vuelta del veterinario.
Si tenemos varios gatos, cuando volvemos a casa tenemos que considerar ciertas cosas. En el veterinario hay muchos olores, nuestro gato se impregna de ellos y cuando llega a casa ha perdido parte de ese olor de grupo con el que todos los gatos de un mismo hogar se reconocen. Además, cuando los gatos tienen miedo o están asustados, pueden liberar las llamadas feromonas de alarma, ante las cuales otros miembros de su especie pueden reaccionar asustándose.
Por todo ello, cuando el gato que ha ido al veterinario llega a casa, puede no ser reconocido por el resto, y si según llegamos abrimos el transportín y le dejamos libre, puede haber problemas de relación: bufidos, persecuciones, alguna pelea, etc.
Para evitarlo, lo mejor es dejar al gato que llega en el transportín para que el resto le huela y le reconozca, y si vemos que puede haber alguna disputa, prepararle una habitación en la que esté solo durante unas horas para que vuelva a coger el olor de la casa.
Como ves, ayudar a que las salidas al veterinario sean lo más relajadas posible para nuestro gato influye directamente en su bienestar, y si podemos hacer de esta experiencia algo positivo, o al menos, que no sea traumática, tenemos que trabajar para que así sea.
Y por supuesto, ¡relájate tú! si nuestro gato siente que estamos calmados, influirá positivamente en él. Olvídate del estrés y ayuda a tu compañero gatuno a querer un poquito más al veterinario.
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