Hay un factor clave que debemos tener en cuenta, un peluquero canino no debe ser solo un profesional especializado en la estética e higiene, sino una persona con conocimientos y proactividad hacia el respeto de su salud y bienestar durante la sesión, y, sobre todo, tener amor por los animales.
El acto de ir a una peluquería canina puede ser un momento muy estresante para nuestros mejores amigos: un nuevo entorno, diversidad de olores, nuevos rostros, elementos extraños… pero un buen profesional debe convertir esos aspectos desconocidos y novedosos en un recorrido para el aprendizaje y desarrollo de nuestro animal.
Por ello, la primera premisa es informarnos bien y escoger un peluquero canino con una formación completa y de calidad, con la cual no solo haya adquirido conocimientos sobre cómo cortar el pelo o cuidar su pelaje. Es importante ir un paso más allá, y contar con un complemento veterinario y etológico, con módulos de fisiología, anatomía, primeros auxilios, así como de manejo y comportamiento animal.
Profundizar sobre aspectos tan esenciales como la fisiología y la anatomía con un buen respaldo veterinario le permitirá actuar de manera más eficiente ante posibles problemas que se pueda encontrar nuestro peluquero, como afecciones dermatológicas, suciedad en los oídos o legañas en la zona ocular. De esta manera, podrá analizar y actuar para mejorar la higiene de nuestro mejor amigo, o incluso si sucede, que esperemos que no, reaccionar de manera correcta ante posibles imprevistos relacionados con la salud que puedan presentarse durante la sesión, y si es necesario derivarnos a nuestro veterinario de confianza.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que los animales no hablan como nosotros, no pueden decirnos de forma verbal “no me gusta el ruido del secador” o “estás muy cerca, me estás asustando”. Por eso, es muy importante que conozcan de qué manera los animales utilizan su lenguaje corporal para comunicarse con nosotros. Es fundamental saber qué son las señales de calma y qué significan, así como saber manejar correctamente a los animales y las situaciones que puedan darse.
Así mismo, no olvidemos que cada animal es un mundo, con un tipo de pelaje, sensibilidad de piel, estilo de corte… por lo que también deben tener una buena base de conocimiento sobre los diferentes tipos de raza en perros y gatos. Nuestro animal es único, y como tal, debe ser atendido de manera especial en relación a sus necesidades.
Y, por último, aunque sin duda, no lo menos importante, el peluquero canino que escojamos debe demostrar su amor por los animales, y en concreto, por el nuestro. Aunque hay casos en los que siempre lo pasarán un poco mal por su carácter miedoso, si nuestro perro está feliz cuando le llevamos a la peluquería o le recogemos, o al menos va reduciendo ese miedo, será una muy buena señal de que este profesional se está preocupando por su bienestar y por encontrar el equilibrio para que sea un momento agradable para él.
Sin duda, esta elección marcará la diferencia entre que el hecho de ir a la peluquería canina sea un trauma o una rutina más dentro del día a día de nuestros animales. Al igual que nosotros nos preocupamos por contar con buenos profesionales en nuestra vida, ellos necesitan contar en su “equipo” con un buen personal veterinario y con un peluquero canino de confianza.