Aunque sabemos que es algo beneficioso, a nuestros animales no les suele gustar demasiado y es habitual encontrar en la sala de espera de las clínicas a animales nerviosos, miedosos, que una vez están siendo explorados no se dejan manipular, o incluso que reaccionan de forma agresiva.
Por ello, queremos daros unos pequeños consejos que os ayuden a minimizar el estrés y el miedo de vuestros animales cada vez que toque visitar al veterinario.
Hacer de la manipulación básica un juego.
En casa es más fácil aprender que no es peligroso revisar los oídos, ni abrir la boca, ni rebuscar si hay clavado algo en las almohadillas, ni coger un pliegue de piel para poner una inyección, ni tocar el rabo, por ejemplo. Si nuestros animales ven como normal cualquier tipo de manipulación y exploración, será más fácil que a la hora de tener que buscar signos de enfermedad, permitan al veterinario hacerlo sin necesidad de pasarlo mal. Además, gracias a estas exploraciones caseras podrás ser tú mismo quien detecte cualquier cambio externo en tu mejor amigo.
Pasar a la clínica veterinaria solo para saludar.
No todo tiene que ser “malo” al cruzar la puerta de la clínica veterinaria. Podemos aprovechar algún día que estemos cerca para hacer solo una visita y que nuestro mejor amigo reciba unos mimos y algún premio por parte del equipo de la clínica, y aún mejor si es un día de poco jaleo y así no nos cruzaremos con otros animales nerviosos. De esta manera pueden relacionar ese entorno y a esas personas con algo positivo, y que no sea solo el lugar donde van a que les pinchen o les hagan cosas que no les gustan.
El trayecto al veterinario, ¡super importante!
Si no hace falta que cojamos ningún medio de transporte para llegar, mucho mejor, pero si nos pilla un poco lejos y tenemos que subir al coche, tren o algún otro transporte, es fundamental que nuestro compañero esté habituado a viajar.
Al igual que con los juegos de “exploración”, se puede ir enseñando desde pequeño que el coche es un lugar cómodo, tranquilo, y que cuando subimos en él es para ir a sitios divertidos (y en muy pocas veces no tanto). Hay animales a los que les encanta viajar, y otros que con solo subirse al coche se ponen nerviosos, babean, se marean, vomitan,… así que tendremos que trabajarlo poco a poco para conseguir que viajar sea un placer para todos.
Los gatos y el miedo al transportín.
El gato es un animal que habitualmente no sale de casa, así que cualquier cambio de entorno le asusta muchísimo más que a un perro. El primer momento de tensión cuando vamos al veterinario suele producirse cuando tenemos que coger a nuestro gato e introducirlo en el transportín. Como no todos los gatos son iguales, algunos no oponen resistencia, incluso se meten ellos solos, pero lo más común es que solo con ver el transportín, salgan corriendo.
Para que esto no ocurra, el transportín debe ser un objeto normalizado en la vida de nuestro gato, no ese sitio oscuro y cerrado que solo aparece en momentos malos. Dejarlo en casa como si fuera una camita más, que el gato pueda entrar y salir cuando quiera, y que para él sea un sitio de descanso, o al menos, algo que está ahí siempre y no le incomoda, es fundamental para que el gato vaya tranquilo durante el viaje, bien sujeto para que no se mueva. Además, una vez que estamos en el veterinario, lo mejor es que se pueda levantar completamente para no tener que sacarle por la puerta obligado.
A no ser que sea una urgencia, coger citas en las horas más despejadas.
Esto dependerá mucho de nuestra disponibilidad horaria, pero especialmente en los casos en los que nuestros animales se estresan mucho, podemos intentar reservar citas en tramos horarios con menos afluencia de público, como las mañanas o los mediodías (si abren).
Seguro que tu compañero agradecerá evitar el contacto directo con otros animales, y volverá mucho más tranquilo a casa.
Al salir del veterinario, ¡¡toca relajarse y divertirse!!
¡Sí, llegó la hora de disfrutar junto a ti, de la persona que más quiere! No hay nada mejor que salir de la clínica veterinaria y disfrutar de unos minutos de relax y desconexión junto a tu mejor amigo, seguro que lo agradeceréis los dos y ayudará a aumentar ese vínculo que tenéis, además de asociar la visita a nuestro veterinario a un momento de felicidad absoluta.
Esperamos que estos consejos sirvan para que tu veterinario deje de ser un humano temido y se convierta en uno de los mejores amigos de tu mascota, no hay nada mejor que ame al encargado de su bienestar.
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