En contraposición a esa tendencia a no mostrar síntomas de enfermedad, está el hecho de que son animales tremendamente sensibles a cualquier cambio en su entorno, así que debemos prestar atención a los detalles del día a día, a veces difíciles de interpretar, para así poder actuar cuanto antes y evitar que nuestro gato enferme.
¿Sabes qué tipo de comportamientos pueden actuar como alarma de que nuestro gato no se encuentra bien? ¡Te lo contamos!
Disminución o ausencia de acicalamiento.
Si hay un ritual que no puede faltar en la vida de cualquier gato sano, es el acicalamiento diario. Un pelo limpio, brillante, hidratado, sin descamación ni suciedad, y sin zonas de alopecia es un indicador de buena salud.
Como sabrás, los gatos están preparados para su aseo personal sin necesidad de que nosotros intervengamos en su limpieza. Durante el acicalamiento su lengua retira el pelo muerto, que es tragado, y posteriormente excretado con las heces. Además, la distribución de saliva por su pelo, hace que el gato se vaya impregnando de su propio olor, lo que le hará sentir cómodo y seguro, y le ayudará en su relación con otros gatos y con su entorno.
Por todo ello, bañar a los gatos no es para nada recomendable, no solo porque suele ser una situación que no quieren vivir y les resulta tremendamente estresante, sino porque al bañarles les quitamos su propio olor, les dejamos “desnudos”, no se reconocen a sí mismos y tampoco el resto de animales con los que conviven les consideran parte del grupo social, por lo que puede desencadenar ansiedad y conflictos entre gatos si hubiera más de uno en el hogar.
Sabiendo ya lo importante que es para los gatos el acicalamiento, si detectamos algún cambio en esta rutina, incluso su ausencia total, podemos asegurar que el animal no se encuentra nada bien y es nuestra obligación actuar. Cuando un gato tiene el pelo muy sucio y no se acicala, sabemos seguro que algo le pasa, puede ser dolor, enfermedad, incluso estrés y ansiedad, así que no lo dejes pasar y busca la causa.
Lamido excesivo.
Igualmente que la ausencia del hábito de aseo indica malestar, el exceso también. Hay gatos que se lamen tanto y tan fuerte que pueden llegar a autolesionarse, siendo visibles en su cuerpo zonas sin pelo y con heridas. Este síntoma puede venir derivado de una reacción alérgica, parásitos, un dolor puntual, picor, que podemos intentar solucionar con el tratamiento adecuado, pero también hay casos en que no hay nada físico, sino que el problema tiene una base emocional y está manifestando de esa manera estrés y ansiedad.
Pica.
Quizás alguna vez hayas visto a tu gato morder, incluso tragar, trozos de una bolsa de plástico o la tela de un cojín y te haya parecido raro, pero no le hayas dado importancia. Esta ingestión de sustancias no alimentarias se conoce como pica, y puede derivar tanto de problemas médicos como de comportamiento.
La pica conductual suele ser un problema crónico, estando por lo demás el animal sano. Eso sí, al ingerir objetos como plástico, tela, cordones, incluso plantas o sustancias tóxicas, pueden producirse complicaciones, como obstrucciones intestinales o intoxicaciones, así que tendremos que estar atentos y retirar los objetos por los que tiene predilección nuestro gato para así evitar accidentes.
En cuanto a la pica por problemas médicos, se relaciona con la anemia crónica y con enfermedad gastrointestinal, siendo habitual encontrar vómitos asociados.
Si sabemos que nuestro gato tiene tendencia a la pica, debemos evitar dejar a su alcance todo aquello que pueda morder e ingerir, además de hacerle un chequeo veterinario por si tuviera una causa médica.
Como este tipo de conducta también se relaciona con el aburrimiento o estrés, debemos procurar enriquecer el hogar con rascadores, juguetes, y estímulos que ayuden al gato a expresarse de forma similar que en su entorno natural.
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Orinar o defecar fuera del arenero.
Los gatos son animales muy limpios, desde muy pequeños aprenden a orinar y defecar en su bandeja de arena, así que si nos encontramos algún pis o heces fuera del arenero, debemos pararnos a pensar por qué, siempre teniendo claro que en todos los casos será algo bastante grave y a lo que prestar atención. Aunque lo primero que debemos descartar es que el arenero no esté sucio, porque esta es una de las principales causas.
En cuanto a la micción, debemos diferenciar el marcaje de animales no castrados, que suele producirse sobre estructuras verticales como una pared, una puerta, la esquina del sofá, etc, de cualquier eliminación por un problema de salud o de marcaje por estrés.
Si nuestro gato orina sobre superficies blandas como un cojín, una almohada, la cama, el sofá, una manta, ropa, etc, incluso en la ducha o el lavabo, debemos saber que este comportamiento es uno de los primeros síntomas de infección de orina o enfermedad renal, así que la visita al veterinario será obligada.
Si nos encontramos pis en cualquier lugar que no sea el arenero, pero no tan relacionado con superficies blandas, también puede haber un problema de salud, malestar, dolor, incluso si nuestro gato ya es mayor o tiene problemas de movilidad por cualquier causa, puede ser que el arenero sea demasiado alto y no pueda pasar, así que habrá que irlo adaptando siempre a las necesidades de cada animal.
Por supuesto, no solo puede estar relacionado con un malestar físico, sino que también existe la relación con cambios que produzcan estrés o ansiedad al gato: mudanzas, llegada de otro gato al hogar, nacimiento de un bebé, cambios del propio arenero, nuestro propio estado emocional, etc.
En el caso de las heces, las causas son en esencia las mismas, y ya sea una cosa u otra, nunca debemos regañar ni castigar a nuestro gato, sino intentar entenderle y ayudarle a solucionar su malestar.
Ansiedad por la comida y/o obesidad.
Como siempre, ante cualquier problema de comportamiento en los gatos debemos pensar en cuál es su vida en su entorno natural y cuál es en nuestras casas. Ellos son cazadores, se alimentan de sus propias presas a ratitos durante todo el día, no dependen de nada ni nadie para conseguir su alimento. Con la domesticación, somos nosotros los que elegimos qué comen y cuando comen, y no siempre es bien aceptado por nuestros gatos.
Además, para los gatos la comida juega un papel de vía de escape ante situaciones de miedo, estrés, aburrimiento, ansiedad, depresión, que no saben gestionar correctamente al no poder huir de lo que les incomoda por estar “encerrados”, como alejarse de otro gato que le acosa, hecho que sí podrían hacer en su entorno natural. Lo único que tienen en casa como recurso de alivio es la comida, es un premio que pueden obtener de forma rápida. Un gato equilibrado nunca manifestará este tipo de conducta porque no lo necesita, así que si nuestro gato empieza a desarrollar este comportamiento, tenemos que pensar que emocionalmente no está bien.
Ante problemas de ansiedad por la comida, debemos tener en cuenta varios factores si queremos ayudar a nuestro gato. El ideal sería que la comida siempre esté disponible, y que no solo puedan encontrarla en un lugar de la casa, sino en varios puntos, para que así tengan libre elección de decidir cuándo y dónde comen. En casos de obesidad se tiende al racionamiento del alimento, pero es contraproducente, porque la ausencia de alimento lo que hace es producir aún más ansiedad a nuestro gato.
Así mismo debemos tener en cuenta los problemas de obesidad que pueden venir derivados de la esterilización, ya que en algunos casos disminuyen su nivel de actividad pudiendo generar una tendencia a engordar si no le damos un pienso específico para gatos esterilizados. En este caso, lo más importante es ver si esta cirugía le ha generado cambios considerables en sus niveles de ejercicio y, como no, consultar siempre a nuestro veterinario de confianza para que nos asesore.
Por supuesto, tenemos que ayudarle también con la parte emocional, porque si la causa primaria de esa ansiedad no desaparece, difícilmente el gato podrá dejar de tener ansiedad por la comida.
Como puedes comprobar, prestar atención a los cambios de comportamiento de nuestro gato es clave en nuestra relación con ellos, es su manera de comunicarse con nosotros y hacernos saber que no se encuentran bien.
Dependen de nosotros para estar sanos, así que ¡escúchales y ayúdales!