¿Quién es el causante de la enfermedad?
El agente causal es un virus, concretamente el Parvovirus, el cual tiene preferencia para infectar células en rápida división, como las del intestino, la médula ósea y el miocardio. Es un virus muy contagioso, que resiste durante mucho tiempo en el medio ambiente.
La infección por Parvovirus es más común en cachorros de entre 6 semanas y 6 meses de edad, pero los adultos también pueden contagiarse, aunque es más raro. Su periodo de incubación es de unos 5 a 10 días.
¿Cómo se produce el contagio?
El contagio es vía oral, al estar en contacto con restos fecales de un perro infectado. Como es un virus altamente resistente en el medio ambiente, nosotros mismos podemos transportarlo en la ropa o zapatos, así que si tenemos un cachorro que aún no está vacunado debemos evitar el contacto con otros perros de los que no sepamos el estado sanitario, y no transitar por zonas muy frecuentadas por perros.
Síntomas que nos deben poner en alerta.
Inicialmente los signos clínicos son inespecíficos: letargia, anorexia, fiebre, pérdida de peso, vómitos, dolor abdominal,… En poco tiempo el cachorro comenzará con diarrea hemorrágica y derivado de ello empezará a deshidratarse.
Analíticamente es habitual encontrar anemia, leucopenia más o menos severa, hipoglucemia, alteraciones en los electrolitos y aumento de las enzimas hepáticas.
En cachorros normalmente menores de 8 semanas, el virus puede provocar lesiones inflamatorias en el corazón (miocarditis), que producen alteraciones del funcionamiento circulatorio, arritmias y fallos cardíacos, incluso complicaciones respiratorias.
Diagnóstico y tratamiento.
Los síntomas ya nos harán sospechar de esta enfermedad, pero para confirmarla debemos utilizar una prueba específica. Con una muestra de heces, el veterinario podrá realizar un test rápido en la propia consulta, y en unos minutos se podrá confirmar o descartar la presencia del virus.
En cuanto al tratamiento, no existe aquel que realmente se encargue de luchar contra el virus. El tratamiento que se utiliza es de soporte, es decir, con este tratamiento se busca controlar la sintomatología y dar tiempo al sistema inmune del perro a que responda eficazmente frente al virus. Será necesaria la fluidoterapia para evitar la deshidratación y nutrir al animal, el uso de analgésicos para el dolor, antibióticos para evitar infecciones secundarias y septicemia, antieméticos para los vómitos, incluso transfusiones sanguíneas si el recuento de células sanguíneas se encontrara muy bajo.
¿Cómo puedo prevenirlo?
La vacunación y promover una buena higiene son los pilares de la prevención frente al parvovirus, además de evitar el contacto con perros desconocidos o restos de heces.
La vacunación del cachorro comienza en torno a las 8 semanas de vida, y se recomienda repetir la vacunación cada 3 o 4 semanas hasta las 14 o 16 semanas de edad. Al año sería recomendable aplicar un recuerdo de la vacuna frente al parvovirus, y después cada 3 años. No obstante, puede haber fallos vacunales y que nuestro perro no se inmunice correctamente, debido a la persistencia de anticuerpos maternos.
Como comentábamos antes, el virus puede sobrevivir hasta cinco meses o más en el medio ambiente, y es resistente a la acción de muchos desinfectantes utilizados rutinariamente en superficies. El más eficaz es la lejía, que debe utilizarse a una concentración mínima de una parte de lejía por cada 30 partes de agua. No todas las superficies pueden lavarse y desinfectarse igual de bien, así que es prácticamente imposible hacer desaparecer el virus por completo del ambiente.
Recuerda que los cachorros son muy vulnerables a sufrir infecciones, así que durante sus primeros meses debemos extremar las precauciones, y por supuesto ¡siempre, siempre, vacuna a tu mejor amigo!
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