Son varias las enfermedades infecciosas que pueden afectar a los perros, algunas más conocidas que otras, pero todas importantes de cara a la prevención.
Seguro que tu compañero perruno está vacunado, ¿verdad? Moquillo, parvovirosis, hepatitis infecciosa, parainfluenza, rabia y leptospirosis son las enfermedades producidas por virus o bacterias, frente a las cuales más comúnmente se vacuna a nuestros animales, pero ¿crees que posees el mismo conocimiento sobre todas ellas?
La leptospirosis, junto con la hepatitis infecciosa, es probablemente la menos conocida, pero no por ello es menos importante, así que, ¿te parece si hacemos un repaso de esta enfermedad? ¡No te lo pierdas!
La leptospirosis, una zoonosis de distribución mundial
Una de las causas por las que esta enfermedad debe ser tenida en cuenta, es porque es una zoonosis, es decir, se transmite de animales a personas. Está causada por una bacteria llamada Leptospira interrogans, la cual tiene muchas serovariedades diferentes, siendo las que nos interesan la icterohaemorrhagiae y la canicola. Es más frecuente en zonas húmedas y templadas, siendo la bacteria resistente en el medio ambiente, especialmente en aguas estancadas, como estanques o lagos,
¿Cómo se transmite?
El reservorio de la enfermedad son los roedores, que albergan el patógeno sin presentar signos clínicos pero favorecen la infección de otras especies. Cuando el perro contacta con la orina de algún ratón o rata que contiene la bacteria o con alguna superficie o material contaminado por la orina, se produce la infección. Los gatos también pueden infectarse de leptospirosis, aunque la prevalencia de la enfermedad en ellos es muy inferior que en perros.
Signos clínicos de la enfermedad
Una vez que el animal se infecta, la leptospira se localiza en los túbulos renales y en los hepatocitos de los perros, de ahí que produzca insuficiencia renal e insuficiencia hepática, incluso en algunos casos se localiza en los alvéolos produciendo hemorragias pulmonares, ya sea de forma aguda o crónica.
Cuando un animal infectado llega a consulta, algunos de los signos que pueden hacernos sospechar de la enfermedad son vómitos, aumento de la ingesta de agua y de la producción de orina, fiebre, ictericia, dificultad respiratoria, o incluso trastornos de la coagulación
Dependiendo de la serovariedad implicada, la enfermedad será más o menos severa, pudiendo variar desde un cuadro muy leve o asintomático, a otro donde el perro sufre enfermedad aguda y fallece, generalmente por fallo renal. Analíticamente, los perros infectados presentan aumento de los neutrófilos, anemia y disminución de las plaquetas, además de elevación de las enzimas hepáticas y azotemia, hallazgos que deben hacernos sospechar de leptospirosis. Si se analiza la orina, se pueden detectar pérdidas de glucosa, debido al daño que produce la bacteria en los túbulos renales.
¿Cómo se diagnostica?
La detección de la bacteria se realiza mediante PCR, pero hay que extraer dos muestras: una de sangre y otra de orina, ya que dependiendo del momento de la infección, la bacteria será detectada en una u otra muestra, pero difícilmente podemos saber en qué momento de la infección se encuentra el perro cuando llega a consulta. Durante la fase inicial, la bacteria se encuentra solo en sangre, pero a los días comienza su eliminación por orina. Al ser el agente causante una bacteria, el tratamiento se basa en antibióticos, además de tratar la afectación orgánica que haya producido.
Para su prevención, la vacunación
La vacunación frente a leptospirosis se realiza normalmente dentro del protocolo básico, con la vacuna heptavalente. Puede variar entre laboratorios, pero normalmente las vacunas incluyen las dos serovariedades más importantes: icterohaemorrhagiae y canicola, aplicando la primera dosis al perro cuando es cachorro, y revacunando anualmente, incluso cada menos tiempo en zonas de riesgo.
¿Qué conocías sobre la leptospirosis? ¿Sabías que estaba incluida en el protocolo vacunal de nuestros compañeros perrunos? ¡Cuéntanos!
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