Si un cachorro llega a nuestra vida, es fundamental que conozcamos la importancia de mostrarle que todo eso “nuevo y diferente” que tiene que descubrir, no es “malo ni aterrador”, si no que es parte de su escenario de vida. Durante sus primeros tres meses, es fundamental que tenga experiencias positivas en lugares diferentes, con diversas personas, conozca todo tipo de objetos, etc… de esta manera, el cachorro estará habituado a una gran diversidad de estímulos, podrá desarrollar por sí solo las herramientas para comprender todo eso que es nuevo, y sabrá responder adecuadamente a todo lo que vaya apareciendo a lo largo de su vida.
El comportamiento es una mezcla de la genética y la experiencia de vida, por ello es fundamental que durante los primeros meses del cachorro, su socialización sea óptima, así crecerá seguro de sí mismo y será un adulto equilibrado y feliz.
Pero, ¿qué sucede si un cachorro no obtiene el beneficio de la socialización temprana? ¿Cómo podría eso afectar al perro durante su etapa adulta? Te contamos algunas de las consecuencias negativas de una escasa socialización a continuación, ¡sigue leyendo!
Miedo generalizado.
Tener miedo a cualquier cosa que no sea familiar es habitual en los perros con una pobre socialización temprana. Al no haber sido expuestos a nuevas experiencias positivas, cualquier situación puede generar una reacción de miedo: un tipo de pavimento diferente al habitual, una bolsa que se mueve por el viento, el pitido de un coche, etc. Estos perros pueden tener una ansiedad paralizante por cualquier cosa que no sea familiar, siendo muy difícil para ellos abordar nuevas situaciones y entornos.
Nerviosismo cuando hay gente desconocida.
No todas las personas somos iguales, ni en edad, sexo, altura, forma de vestir, etnia, etc. Uno de los pasos más importantes en la socialización es presentar al cachorro diferentes tipos de personas, incluidos niños y bebés, para que así si de repente se cruza con un señor con barba, por ejemplo, no le parezca extraño, o si alguien viste con gafas de sol y sombrero, no suponga una situación negativa para él.
Si un cachorro no tiene la oportunidad de conocer una cierta diversidad de personas, es probable que cuando se cruce con alguien que él perciba como “diferente”, reaccione con miedo, se retire o abalance, ladre, etc, y le suponga una situación estresante, además de incómoda para nosotros.
Mala relación con los de su especie.
Lo ideal para un cachorro es que pase, al menos, sus dos primeros meses de vida junto a su madre y hermanos, de tal manera que aprenda a comunicarse con los de su especie.
En ocasiones, los cachorros son separados del resto de su familia de manera muy temprana, y si no suplimos esa relación con la introducción de otros perros, puede suceder que cuando el animal sea adulto tengas problemas a la hora de relacionarse con otros perros, incluso les tenga miedo, o reaccione de forma agresiva hacia ellos.
Sensibilidad al sonido.
Tener miedo a sonidos excesivamente fuertes como ocurre con los fuegos artificiales, petardos o tormentas, es muy habitual. En este caso, la falta de socialización no es el problema, pero cuando un perro se pone nervioso o manifiesta temor por sonidos cotidianos como el pitido del microondas, el secador de pelo, o el timbre de la puerta, se puede volver muy estresante. Al ser sonidos del día a día, esa falta de capacidad de gestión de la situación se convierte en una ansiedad continua, disminuyendo el bienestar del animal.
Reactividad.
Los perros poco socializados a menudo no tienen las habilidades para responder adecuadamente a situaciones estresantes, por lo que reaccionan a la defensiva en un esfuerzo por “amortiguar” un poco ese estímulo aterrador para ellos, ya sea una persona, otro perro, un bastón, una bicicleta, etc. Esa agresividad es simplemente fruto del temor y el miedo, por ello es tan importante que desde pequeñitos, se les haya introducido la mayor cantidad de estímulos posibles.
Difícil manejo.
Un simple corte de uñas o el cepillado de dientes puede ser una situación incómoda, incluso a la que reaccionen de manera agresiva, si no se ha trabajado desde temprana edad. Dentro de la socialización, es interesante dedicar pequeños ratitos diarios a la manipulación y manejo de las situaciones básicas de aseo, incluso de las más frecuentes en la consulta veterinaria, como levantar los belfos para ver la boca, de tal manera que cuando se tenga que enfrentar de forma real a ellas, no le suponga ningún tipo de nerviosismo.
Como ves, son varias las situaciones nada amables que la falta de socialización temprana puede provocar en los perros. El secreto del éxito de la socialización es asegurarse de que, sea la experiencia que sea, siempre sea positiva para el cachorro. No se trata de estar continuamente presentándole nuevas cosas, sino de que lo nuevo que conozca, sea positivo para él.
Y tú, ¿trabajaste la socialización con tu mejor amigo?
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