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Hipertensión felina: la enfermedad silenciosa de los gatos

En los gatos, la hipertensión es en general consecuencia de otras enfermedades, como insuficiencia renal crónica, hipertiroidismo, o síndrome de Cushing, de ahí que normalmente se hable de hipertensión secundaria. No obstante, la hipertensión primaria, sin que exista ninguna otra enfermedad de base, puede aparecer ocasionalmente.

La hipertensión es una enfermedad que pasa normalmente desapercibida para las personas que conviven con gatos, en primer lugar por el desconocimiento de que exista esta patología, y por otro lado, porque no aparecen signos clínicos hasta que alguno de los órganos diana comienza a estar dañado. La hipertensión puede tener consecuencias graves para la salud de nuestros compañeros felinos, por eso, es importante conocer la enfermedad y detectarla cuanto antes.

En Mayo se ha celebrado el Día Mundial de la Hipertensión, así que no queríamos terminar el mes sin contaros un poquito más sobre ella, ¡atentos!

Los gatos mayores, los más afectados.

La hipertensión es un problema infradiagnosticado, pero se sabe que aparece con mayor frecuencia en gatos mayores de 7 años y con sobrepeso, estimándose que 1 de cada 6 gatos mayores de 7 años padece hipertensión.

Con este término se define a la elevación de la presión arterial por encima de sus valores normales. Seguro que te suenan la sístole y la diástole, ¿verdad? En estas fases del ciclo cardiaco ocurre la contracción y relajación del miocardio, y en ambas la sangre va a ejercer una presión sobre las paredes de los vasos sanguíneos, siendo esa presión a la que llamamos tensión arterial. En los gatos, se considera hipertensión cuando los valores de presión arterial sobrepasan los 150/90 mmHg. Valores de presión sistólica superiores a 160 mmHg aumentan el riesgo de daño en los órganos diana.

¿A qué órganos afecta fundamentalmente?

Los órganos diana son los ojos, cerebro, corazón y riñones.

En los ojos puede provocar hemorragias intraoculares, inflamación o desprendimiento de la retina, y por tanto disminución o pérdida de la visión, no siempre recuperable.

En el cerebro, las hemorragias pueden provocar síntomas neurológicos como comportamientos extraños, marcha tambaleante, demencia, incluso coma.

En cuanto al corazón, si se mantiene la hipertensión, va a dificultar al bombeo de la sangre afectando principalmente a los músculos del ventrículo izquierdo. En casos muy severos se produce un fallo cardiaco congestivo, y podremos ver problemas respiratorios y letargia.

En los riñones, la probabilidad de insuficiencia renal crónica es mayor en los gatos con hipertensión y además produce un agravamiento en los casos en los que la enfermedad renal existe con anterioridad.

Signos clínicos que podemos observar.

Como hemos comentado, la hipertensión suele ser secundaria a otras enfermedades, por lo que los animales afectados presentan normalmente síntomas de la enfermedad primaria.

Los signos clínicos más comunes están relacionados con cambios en el comportamiento, depresión y apatía, hiperactividad, pérdida de peso, pérdida de visión, hemorragia intraocular, incluso ceguera súbita.

Mi gato tiene hipertensión, ¿cuál es el tratamiento?

Una vez diagnosticada la hipertensión, en primer lugar hay que disminuir la presión arterial mediante la administración de fármacos antihipertensivos, como el amlodipino. Además, es fundamental realizar las pruebas diagnósticas necesarias para detectar posibles enfermedades causantes de la hipertensión, como la insuficiencia renal o el hipertiroidismo, y proceder a instaurar el tratamiento correspondiente para ellas.

La detección precoz, fundamental.

A los gatos mayores de 7 años sería recomendable hacerles un chequeo general una vez al año, y por supuesto durante esa revisión, se debería medir la presión arterial.

El método más utilizado para medir la presión es el Doppler, siendo una técnica no invasiva para el gato, rápida y sencilla. Si te han tomado la tensión alguna vez, seguro que conoces ese manguito inflable que aprieta cada vez más el brazo, ¿verdad? En el caso de los gatos es parecido, también es un manguito inflable, y se utiliza en una de sus extremidades o en la base de la cola.

Puede resultar complicado que algunos gatos se queden quietos durante la medición, así que es importante disponer de un entorno tranquilo y silencioso, y permitir al gato que se aclimate al lugar. Una vez que el gato ha reconocido la consulta y está calmado, podemos comenzar la medición, intentando que la sujeción sea mínima, y si se inquieta o estresa, lo mejor es parar y permitirle que se relaje de nuevo.

¿Qué sabías de la hipertensión en gatos? ¿Te ha resultado interesante descubrir un poco más sobre la salud de nuestros compañeros felinos? ¡Cuéntanos!

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