Existen diferentes especies más de parásitos, que no podemos ver al ser microscópicos, pero que tienen también bastante prevalencia en nuestros animales, y cuya detección y tratamiento es esencial para observar una mejoría en la sintomatología de nuestro mejor amigo.
Uno de estos parásitos es Giardia duodenalis, también conocido como Giardia intestinalis o Giardia lamblia, un protozoo que afecta a la pared intestinal de los animales: perros, gatos, rumiantes, incluso humanos. Es una especie zoonótica, pudiendo producirse el contagio de animales a personas, y viceversa.
¿Cómo es la Giardia?
Como comentábamos, este parásito no tiene forma de gusano, si no que es un protozoo microscópico no perceptible por el ojo humano sin microscopio. En su desarrollo presenta dos fases, ambas con diferente morfología y finalidad. La forma que se mueve por sí misma y se alimenta, se denomina trofozoíto. Una vez observas la imagen de este parásito, no se te olvida, ya que su forma es muy característica: tiene aspecto de media pera con dos “ojitos”. Al ser la forma que se alimenta de la pared intestinal, presenta un disco adhesivo gracias al cual se adhiere a la pared de las células intestinales, y unos flagelos (como pelitos) que permiten su desplazamiento.
Por otro lado, está la fase de quiste, la cual es la forma de resistencia que se elimina en las heces. Esta forma es oval y tiene cuatro “ojitos”. Esas estructuras que pueden parecer ojos, son los núcleos, que contienen el material genético del parásito. El quiste tiene cuatro núcleos, ya que se dividirá formando dos Giardias, cada una de las cuáles se quedará con dos núcleos.
¿Cómo se infectan perros y gatos?
El hospedador se infecta mediante el contacto con agua, comida, heces, pelaje u objetos contaminados con quistes de Giardia. Esos quistes llegan al intestino, donde se desenquistan y salen 2 Giardias que comienzan a multiplicarse. Estas vuelven a rodearse de la cubierta quística y son eliminadas con las heces al medio ambiente. Los trofozoitos también pueden salir al exterior, pero enseguida mueren, la única forma infectante es el quiste.
¿Qué sintomatología podemos observar y cómo se diagnostica?
Normalmente los animales infectados no presentan sintomatología, pero cuando aparece, el signo más común es la diarrea. Esta puede ser de aparición rápida y severa, intermitente, también podemos ver la alternancia entre heces diarreicas y heces normales, o puede alargarse en el tiempo cronificándose. Afecta en mayor grado a animales inmunocomprometidos, y cachorros o gatitos. Las diarreas pueden tener moco, sangre, apariencia grasa, ser malolientes, y estar acompañadas de anorexia, vómitos, pérdida de apetito y apatía.
Las diarreas pueden aparecer por multitud de causas, por eso, su presencia no nos confirma al cien por cien esta enfermedad. Para el diagnóstico se necesita recoger muestras de heces, que han de analizarse mediante técnicas de laboratorio. Puesto que el parásito puede salir al medio de forma intermitente, el veterinario nos pedirá muestras de heces de varios días diferentes.
Para su tratamiento, no sirve la pastilla antiparasitaria habitual que utilizamos para los parásitos intestinales. Nuestro veterinario será quien nos indique qué producto utilizar y durante cuánto tiempo.
¿Cómo podemos prevenir esta enfermedad?
Fundamentalmente la prevención se basa en evitar la exposición a un ambiente contaminado: no beber de charcos, evitar la coprofagia, etc, y por supuesto realizar visitas periódicas al veterinario para que la salud del animal sea óptima: desparasitaciones, vacunaciones, detección temprana de otras enfermedades,…
Muchas veces los tratamientos no son eficaces debido a que son frecuentes las reinfecciones, coinfecciones u otras enfermedades latentes, o bien por no completarse el tratamiento antiparasitario. Si nuestro perro o gato ya ha sido diagnosticado, tendremos que tener aún más cuidado con la limpieza en casa. Una vez el parásito sale con las heces, va diseminándose por comederos, bebederos, areneros, utensilios, pelaje del animal, etc, de tal manera que mantener todo limpio y desinfectado de manera frecuente, reducirá la posibilidad de persistencia del parásito en el ambiente, y así evitar que continuamente nuestro amigo esté reinfestándose. También debemos evitar que nuestro perro o gato se lama la zona perianal, por lo que podemos recurrir a un collar isabelino, y además aumentar la frecuencia de los baños, o al menos limpiar la zona perianal.
Como ves, el éxito de la curación depende tanto del tratamiento, como de evitar la continua reinfestación gracias a las medidas higiénicas.
¿Conocías al parásito Giardia? Si tu mejor amigo presenta diarreas, ¡descarta esta enfermedad!
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