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Estas fiestas navideñas, mejor sin pirotecnia

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Las calles y casas están decoradas, las administraciones de lotería aumentan sus ventas, los restaurantes se encuentran llenos por las comidas y cenas de empresa y familiares, los centros comerciales no paran de recibir gente en busca del regalo perfecto, etc. Estas fechas son una auténtica locura, ¡no hay duda!

Pero, ¿te has parado a pensar cómo afecta tanto bullicio en las calles a los animales? En el artículo de hoy queremos hablar en concreto de la pirotecnia, ya que los petardos y cohetes adquieren más popularidad durante la Navidad, pero por desgracia, para animales, incluso personas, pueden alterar su bienestar, y en los casos más graves suponer un verdadero riesgo vital.

¿Por qué tienen miedo nuestros animales a los petardos?

El miedo a la pirotecnia se basa en dos puntos fundamentales. Por un lado, el sentido del oído de nuestros animales está mucho más desarrollado que el nuestro, así que ellos escuchan el sonido aumentado de volumen de como nosotros lo percibimos. Además, el segundo factor fundamental es que no tienen la capacidad de reconocer qué es ese sonido, de dónde proviene, ni qué significa. Si nosotros de repente escucháramos un sonido muy potente, también nos asustaríamos, o como mínimo nos pondríamos en alerta, es la reacción normal del cuerpo ante algo desconocido, así que no es de extrañar que los animales tengan reacciones, en ocasiones, de puro pánico.

Una prohibición que año tras año no se cumple.

Los municipios tienen normativas que prohíben el uso de petardos, cohetes y bengalas, u otros artículos pirotécnicos en los espacios de uso público. Aún así, esta prohibición sigue sin respetarse por cierta parte de la población, y año tras año escuchamos noticias de perros que se pierden tras asustarse por el ruido de un petardo, o son atropellados durante la huida. Pero no solo se asustan los perros, en la calle también viven gatos y otros animales, como aves, que son muy sensibles al ruido, por lo que no es de extrañar que palomas, gorriones y otras aves fallezcan de un infarto tras el ruido ensordecedor.

Sabemos que no a todo el mundo le gustan los animales, y por tanto no se preocupan por lo que les pueda pasar, pero queremos recordar que el uso de petardos no solo afecta a nuestros mejores amigos animales, si no que también hay muchas personas que se pueden ver afectadas. Los niños, personas con autismo, ancianos, pueden no estar preparados para que durante su camino, alguien tire un petardo a pocos metros, y por ello, pueden experimentar reacciones que lleguen a comprometer su salud.

Las personas que disfrutan con los artículos pirotécnicos pueden hacerlo, por supuesto, pero en un recinto privado, alejados de otras personas y/o animales, para asegurar así el bienestar de todos. La diversión de unos nunca debería suponer una pesadilla para otros, ¿verdad?

¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros compañeros animales?

Por desgracia, nunca sabemos cuándo vamos a encontrarnos con la situación desagradable de que nuestro perro se asuste, así que debemos prevenir en la medida de lo posible su reacción.

Si nuestro perro llega a casa de cachorro, acostumbrarlo a los ruidos fuertes durante sus primeros meses de vida hará que en su etapa adulta sea más equilibrado y menos miedoso. Si podemos positivizar diferentes tipos de estímulos en su etapa más temprana, como el ruido del secador, la aspiradora, el claxon del coche, etc, nuestro amigo será más rico en experiencias, y el manejo de situaciones futuras le será más sencillo. Este trabajo de desensibilización debe hacerse correctamente, adaptando el trabajo a cada animal, y si vemos que el animal lo pasa mal, dejaremos de hacerlo.

Por supuesto, esto no siempre es posible, ya que cuando adoptamos un perro puede tener ya traumas y miedos adquiridos, así que la situación se complica.

Otro punto a tener en cuenta es el paseo. Durante los paseos, es fundamental reforzar la seguridad. Si nuestro perro es muy miedoso, existen arneses especiales de tres puntos o anti escape, que hacen más difícil que nuestro perro pueda quitárselo, al tener una parte que pasa también por la cintura. Utilizar arnés y collar al mismo tiempo, disminuye las posibilidades de escape, y por supuesto, nuestro perro no debería ir suelto en ningún caso (salvo en recintos especialmente indicados y protegidos para ello).

En los casos donde el miedo sea realmente fuerte, tendremos que optar por evitar zonas concurridas, disminuir el tiempo de paseo, y si vivimos en un barrio donde justamente se celebra la fiesta con más fuerza, incluso crear dentro de nuestra propia casa una zona segura para nuestro amigo.

Si disponemos de una habitación interior, alejada de las ventanas o terraza, será un buen lugar para crear una zona segura, ya que la intensidad del ruido será mucho más baja. Además, podemos amortiguar aún más el sonido manteniendo las ventanas de casa cerradas, incluso bajando las persianas. Si nuestro compañero es un gato, podemos colocar un difusor de feromonas, que ayudará a mejorar su bienestar reduciendo y/o evitando el estrés. Además, podemos ayudarnos de un transportín, un jaulón, una caja, etc. para crear un mayor grado de seguridad, ya que así nuestro perro o gato se sentirá protegido al estar resguardado en una “cueva”. Todo esto también es importante haberlo positivizado con antelación a los momentos clave del año, usando sus juguetes favoritos, comida, o lo que a él más le guste. Podemos incluso acompañar este trabajo con relajantes naturales, que ayudarán a nuestro amigo durante el proceso de adaptación.

¿Cómo vive tu mejor amigo el bullicio navideño? ¿Le ayudas de alguna manera?

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