Esos cambios de conducta, esas cosas que antes no hacía pero ahora sí, merecen un análisis por nuestra parte, ya que en muchos casos son la voz de alarma de que algo no va bien en cuanto al bienestar de nuestro gato. En este artículo queremos contaros de qué manera nuestros queridos amigos gatunos pueden indicarnos que se encuentran con ansiedad o estrés, es muy importante reconocerlo así que ¡no te lo pierdas!
Cambios en el comportamiento
Por un lado, aparecen conductas que aumentan en frecuencia o intensidad, como la agresividad, el gato está más reactivo a cualquier estímulo, o más irritable; orina y/o defeca fuera de su arenero; utiliza más sus uñas para marcar superficies, aumenta su acicalamiento provocando zonas alopécicas o incluso heridas en la piel; come más de lo habitual; o se producen contracciones de la musculatura del tronco, pareciendo que la piel se mueve sola, lo que se conoce como hiperestesia. Además, puede haber un aumento de los maullidos y otras conductas como arrancarse mechones de pelo, o incluso perseguirse el rabo y mordérselo, además de hiperactividad.
Por supuesto, siempre hay que descartar que existan causas físicas para estos comportamientos, como un picor constante en alguna zona, dolor, etc.
Por otro lado, también puede haber lo contrario: una disminución de la frecuencia o intensidad de un comportamiento. Este caso se relaciona más con una pasividad hacia el entorno que le rodea, por ejemplo cuando el gato vive en un lugar sin apenas estímulos, de tal manera que hay una pérdida de interés o depresión. Algunos de estos comportamientos son la disminución o ausencia de movimiento, no explora, no quiere jugar; come menos o deja de comer; permanece más tiempo durmiendo o tumbado, se aísla en zonas de poco paso buscando no ser molestado, etc.
Si un gato deja de comer, es un motivo para acudir de urgencia a la clínica veterinaria, las causas pueden ser muchas, y la posibilidad de sufrir una lipidosis hepática pondría en riesgo la vida del animal.
Para finalizar con los cambios en el comportamiento, también se pueden observar cambios en la postura, como andar con la cola bajo el cuerpo, agazapado, con la cabeza agachada, incluso sus ojos nos pueden llamar la atención al mantener las pupilas dilatadas.
¿Qué patologías físicas se relacionan con el estrés?
Todos experimentamos estrés en algún momento, es una respuesta normal del organismo que permite la supervivencia ante situaciones de riesgo o peligro, no es nada más que un mecanismo de defensa que compartimos las diferentes especies animales. Pero cuando el estrés no es algo transitorio, sino que se prolonga en el tiempo y nuestro organismo se encuentra continuamente estresado, esa función de supervivencia desaparece y da lugar a un estado patológico que puede desembocar en diversas enfermedades. Al igual que nos pasa a las personas, algunos gatos son capaces de adaptarse mejor, pero otros no consiguen gestionar bien el estrés y aparecen síntomas más o menos graves.
De esta manera, se conoce que algunas patologías tienen una relación directa con el estrés, como la alopecia psicógena, el asma bronquial, la cistitis intersticial, la colitis crónica, o enfermedades autoinmunes.
¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestro gato?
Como siempre, lo primero es acudir a nuestro veterinario para detectar posibles causas físicas de ese estrés. Si no hay causa física, hay que identificar y corregir aquello que en su ambiente le produce ese estrés, quizás es la nueva ubicación del arenero, un cambio de arena, un mueble nuevo, algún ruido, el haber hecho una mudanza, la entrada de un nuevo gato al hogar, etc. Según la causa, se podrá corregir de forma más o menos sencilla, y en algunos casos más complicados requerirá de un proceso de adaptación largo en el que tendremos que colaborar con nuestro gato para lograr que recupere su bienestar, como cuando llega un bebé a casa.
Siempre es importante invertir en enriquecimiento ambiental y redecorar nuestra casa al estilo gatuno: rascadores, zonas altas y seguras, varios areneros, varios comederos y bebederos, juguetes, zonas tranquilas de descanso, etc que estimulen y favorezcan sus diferentes instintos y necesidades. Además, el uso de difusores o sprays de feromonas sintéticas de calma pueden ayudar a nuestro mejor amigo a sentirse mejor en su entorno.
Como ves, los gatos tienen mil maneras de expresarse, tanto cuando se encuentran bien como cuando la situación que están viviendo les incomoda o sobrepasa, así que obsérvales, ayúdales y ¡disfruta de su maravillosa compañía!
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